El arte de surfear la vida

Hace mucho tiempo que el surf se roba mi atención, pero no es el deporte en sí, si no el ritual, el estilo de vida que se genera alrededor.
Cuando decidí hablar del disfrute, conecté muchísimo con ese estilo de vida, simple, pero tan lleno de magia, porque no es solo pararse en la tabla, es un proceso, que se puede asociar muy fácilmente a los procesos de la vida.

Surfear la vida no es vivirla perfecta, ni con todo resuelto.
Es aprender a moverse con lo que hay.
Con las olas lindas… y con las que te revuelcan.

Es dejar de querer controlar todo, para empezar a fluir.
Soltar el deber ser, y escuchar más el deseo.
Aprender a leer el mar desde la intuición: cuándo meterte de lleno, y cuándo esperar la próxima ola.

La vida no se controla, se surfea

Estamos tan acostumbradas a querer tener todo bajo control, que nos olvidamos de una gran verdad: la vida cambia todo el tiempo.
Y si nos quedamos rígidas, nos caga a palos.
Pero si aprendemos a movernos con ella, a leer sus señales, a estar dispuestas a ser flexibles… ahí es donde empieza la magia.

Surfear la vida es aceptar que hay días de calma y otros de tormenta.
Días en los que te sentís en la cresta de la ola, y otros en los que no sabés ni para dónde carajo remar.
Y todo eso es parte del viaje.

No se trata de evitar el caos, sino de tener herramientas para sobre llevarlo mejor, y romper algo si es necesario, porque a veces necesitamos del caos también, no?
Y también conectar con el disfrute.
Sí, porque cuando estás en la ola, no hay más que disfrutarla a pleno!
Pero además, en medio del quilombo, también se puede reír, bailar, respirar profundo y agradecer.
La vida es cuestión de perspectiva, vos cuál estás eligiendo?

Surfear la vida es…

– Escuchar tu cuerpo.
– Aceptar los cambios.
– Poner límites.
– Darte permiso para disfrutar, incluso cuando no todo está “listo”.
– Rodearte de personas vitamina.
– Volver al presente, una y otra vez.

Y vos, ¿cómo surfeás tu vida?

Sea donde sea que estés: seguí remando.
Porque la próxima ola puede ser esa que te levanta, te impulsa y te recuerda por qué vale la pena estar viva.

Que tengas un hermoso día,

Ale.

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