El miedo a la libertad
Vivimos pensando que queremos ser libres: libres de un trabajo, libres para tomar decisiones, libres para crear la vida que soñamos.
Pero la mayoría de las veces, cuando hablamos o pensamos en esto, nuestra mente encuentra motivos (excusas) para convencernos de que no podemos hacerlo.
Hace un tiempo, analizándome (sí, lo hago mucho), entendí que lo que realmente sentimos es miedo. Miedo a la incertidumbre. Porque aunque nos pese, las jaulas nos dan certeza: el sueldo a fin de mes, los 14 días de vacaciones, la rutina predecible.
Pero creo que el miedo más profundo es otro: la libertad conlleva responsabilidad.
Y hacernos responsables de nosotras mismas implica dejar de culpar a otros.
No hay más excusas. No hay jefe, ni sistema, ni pareja, ni contexto que pueda cargar con el peso de nuestras decisiones. Solo quedamos nosotras.
Cuando nos encontramos en una situación incómoda, difícil o frustrante, muchas veces lo primero que hacemos es quejarnos. Porque es más fácil buscar culpables que encontrar soluciones. Siempre es culpa del jefe, del horario, del gobierno, del sueldo… siempre de otro.
Y ahí entra en juego la responsabilidad:
cuando una es libre, no busca culpables, se ocupa.
Se ocupa de encontrar una solución y de tomar decisiones alineadas con la vida que quiere construir.
La libertad, como la creatividad, nace de adentro hacia afuera.
Convertirme en la responsable de mi vida me devolvió el poder.
El poder de crear lo que deseo.
El poder de tomar decisiones conscientes en función de mi bienestar.
Porque ya no hay responsabilidades afuera. Las elegí yo.
Yo quiero libertad financiera.
Quiero ganar dinero haciendo lo que amo, y además tener tiempo de sobra para disfrutar: viajar, experimentar cosas nuevas, hacer deportes.
Y sí… ahí vienen las crisis existenciales, esos momentos en los que no sabés para dónde mierda ir. Porque lo querés lograr, pero también hay cuentas que pagar. Y te preguntás: ¿qué mierda hago?
Bueno, acá estoy. Porque sé que tengo mucho para compartir.
Y porque creo que sacar las cosas al mundo me ayuda a ver otras perspectivas.
Porque siempre hay muchas formas de mirar una misma situación.
Y vos tenés el poder de elegir la que más te potencie.
Mi último consejo (por hoy):
¡HACETE CARGO!